Estudio sobre el mercado, las redes sociales y el Estado en España en el siglo XVIII

Cubierta del libro.
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La editorial Marcial Pons Ediciones de Historia dio a la luz en 2012 el libro La Península comercial. Mercado, redes sociales y Estado en España en el siglo XVIII, de Guillermo Pérez Sarrión, dentro de la colección “Estudios”. El índice es el siguiente: Prólogo, por Carlos Martínez Shaw.- Criterios de trascripción y citas bibliográficas.- Abreviaturas utilizadas.- Prefacio.- Capítulo I. Los conceptos: mercado, regiones, redes y Estado.- Capítulo II. Inglaterra, Francia y el mercado español.- Capítulo III. la pugna de Inglaterra y Francia por España, 1650-1715.- Capítulo IV. La pugna de Gran Bretaña y Francia por España en el siglo XVIII.- Capítulo V. La acción renovadora del Estado.- Capítulo VI. Las redes de la emigración francesa. Los navarros.- Capítulo VII. Las redes mercantiles de catalanes.- Obras manuscritas y fuentes impresas hasta 1900.- Bibliografía desde 1900.

La editorial expresó: “La creencia de que el mercado nacional español se creó en el siglo XIX no es definitiva: se estaba formando mucho antes, en el siglo XVIII. Entre 1650 y 1800, la monarquía hispánica fue el escenario de una intensa pugna de Inglaterra y Francia por controlar y explotar el mercado peninsular. Para poner fin a ello, tras la Guerra de Sucesión, los reformadores ilustrados usaron a fondo el Estado para recuperar el retraso, introduciendo decididamente reformas económicas que, tras algunas décadas, volvieron a poner a España en condiciones de ocupar un puesto propio en el concierto de las naciones.
En la nueva coyuntura expansiva, el desarrollo del mercado interior fue posible gracias a la acción de numerosas redes migratorias, sociales y mercantiles, que se movieron con éxito diverso. En el siglo XVIII en la católica España, los británicos, protestantes, no pudieron pasar de los puertos y hubieron de servirse, con éxito, de redes de intermediarios. Los franceses, católicos, usaron a fondo las redes mercantiles de su importante presencia migratoria, su peso político y sus densas relaciones con los grupos de navarros y vascos, pero empezaron a ser vistos por éstos como competidores y extranjeros. Y los catalanes, que pasaban a participar de una nueva identidad política común, aprovecharon ciertos factores a favor para, por primera vez, irrumpir con fuerza en el mercado interior peninsular”.

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